lunes, 9 de septiembre de 2019

¿De qué están hechas las nubes?



   Una noche mientras me iba a dormir, mamá entró a darme las buenas noches, como siempre, sabía que vendría a contarme una historia de magia, fantasía y color. Esa noche fue muy especial, pues la historia se trataba acerca de ovejas y nubes, ¡sí señor! ... ¿Qué tenían que ver una cosa con la otra?, pues he aquí la historia:

   Hace ya mucho, pero mucho tiempo, cuando los hombres vivían aún en las cavernas, el cielo estaba siempre despejado, siempre azul, como el agua del mar. Como todo estaba tan despejado, el sol alumbraba a todo su esplendor, siempre había mucha luz y nada de sombra, los días eran muy calurosos y las hadas del viento tenían que trabajar muy fuerte para poder mantener la brisa fresca para los humanos y los animales bajo aquel sol inclemente.



   En las noches, todas las hadas observaban hipnotizadas como los humanos, cansados por el calor y el trabajo del día, soñaban…Ellos habían descubierto una técnica muy divertida para llamar al sueño, contaban ovejas, aunque parecía simple, esa técnica los ayudaba a concentrarse y mientras más alto brincaban las ovejas, mejor era la calidad y cantidad de los sueños, pues el departamento de las hadas de los sueños también se hallaba en el cielo y esos sueños eran lanzados en rayitos de luz, así que las ovejas capturaban los sueños y los repartían a los humanos.

   Y aunque el sueño de los humanos era reparador, sus días eran agotadores, pues moverse de un lado a otro en busca de alimentos, con semejante sol, representaba un esfuerzo que cada día los agotaba más, entonces la fuerza de los humanos comenzaba a agotarse. Tal situación provocó un llamado urgente del Concejo de las Hadas, donde los representantes de todos los departamentos asistían a dar sus ideas para solucionar problemas realmente serios.

   Todas las hadas, grandes y pequeñas, sin importar lo sencillo o complejo de su tarea, daban sus ideas:

-          ¿Y que tal si hacemos un muro de flores para que no pase el sol? - decía el hada de las flores

-       ¿Podríamos tapar el sol con las algas del fondo del mar?, sugerían las hadas de las aguas

   Y así fueron escuchando sugerencias y descartándolas todas y cada una de ellas, porque traerían problemas más serios que el que intentaban solucionar, pues no podían tapar el sol completamente, pues era necesario para la vida de los humanos, los animales y las plantas. Cuando la desesperación se apoderaba del corazón de las hadas y las ideas comenzaban a escasear, escucharon una pequeña voz:

-          No podemos ocultar al sol, porque da vida a todos los seres vivos, pero quizás podremos filtrarlo solo un poco, para que pase solo la cantidad de luz necesaria- dijo sabiamente Nubita, el hada de los mamíferos- y creo que, si unimos esfuerzos entre varios departamentos de hadas, tendremos la solución.

   Y así fue, Nubita que, aunque era pequeñita destacaba por ser muy observadora, ideó un plan perfecto para aquel
gran problema. Se le ocurrió que sí las hadas del viento soplaban muy fuerte hacia los campos donde descansaban las ovejas en el día, éstas soltarían poco a poco su lana, así las hadas de la tierra la recogerían junto con las hadas de las plantas y entre todos haría pequeños bultos de lana, que luego colocarían en el cielo…y así como lo imaginas se creó la solución para que los rayos del sol alimentaran a la tierra solo en la medida justa, ni mucho ni poco. Y en honor a la ingeniosa Nubita, a los pequeños bultos de suave y blanca lana se les llamó “Nubes” y por supuesto fue Nubita la jefa designada de ese nuevo departamento, llamado “Departamento de Creación y Mantenimiento de Nubes”, hasta el día de hoy conserva ese nombre.

   Cuando mires al cielo y veas nubes oscuras y muy grises, no temas, seguro Nubita habrá dado instrucciones de lavar las nubes con la fresca lluvia, para dejarlas blancas de
nuevo; y cuando veas el cielo muy azul, pues es que se ha acabado lana y las hadas habrán salido en busca de más para seguir refrescando la vida de todos los habitantes del planeta.

   ¡Y colorín colorado este cuento se ha terminado y si no levantas el dedito como ovejita habrás quedado!

sábado, 24 de agosto de 2019

Un Pollito de Colores



   En un lugar apartado de la Amazonía Legendaria, en los tiempos en los que TeoTeo el Cocodrilo aún no cambiaba a color verde, habitaba la selva la gallina Fina y su esposo Germán, conformaban la familia Gallardo. Eran unos esposos muy respetables y tradicionalistas, Fina cuidaba a sus pollitos con mucho amor y Germán orgulloso se ocupaba de enseñar a sus pollitos el camino que la naturaleza les tenía señalado, mantener bajo control los gusanitos y otros insectos y escoger los granos más tiernos y deliciosos. La vida de la familia Gallardo era muy rutinaria, “huevos, pollitos, gallinas y gallitos” era el lema de la familia.

   Como era bien sabido, la familia Gallardo sentía mucha admiración y gratitud por el Gran Sol, pues este ayudaba a calentar a sus pollitos en la mañana y les daba ese tierno color amarillito que tienen los pollitos al nacer, por eso Germán cantaba todas las mañanas para recibir la Sol con alegría y avisar a los demás animales de la la Tierra que un nuevo día comenzaba.

   Un día mientras el Sol daba la vuelta a la Tierra, observó
con detalle a los pequeños pollitos de la familia Gallardo y decidió que, por su gran devoción hacia él, les haría un obsequio muy especial. A la mañana siguiente una llovizna suave cubrió la Amazonía durante casi todo el día y cuando el Sol estiró sus rayitos con mucha fuerza surgió una luz muy especial, apareció el primer arcoiris de la historia del mundo. Todos observaron el fenómeno con extrañeza y por supuesto Doña Fina no fue la excepción; le dio tal curiosidad semejante juego de colores que fue caminando despacito hacia el arcoíris, hasta que atravesó su luz, se le puso la “piel de gallina”, algo se estremeció en ella y supo en su corazón que algo había sucedido, sin embargo, se fue calladita a su nido para descansar.

   Doña Fina ponía sus huevos en la mañana, generalmente ponía cuatro o cinco huevitos, pero aquella mañana fue sólo uno, un único huevo…La gallina lo asoció con la sorpresa observada en el cielo el día anterior, imaginó que aquello tendría algo que ver, así que le comentó al gallo Germán lo sucedido y éste le dijo:

-    Querida Fina, tranquila, solo es un huevo, quizás estabas muy cansada, nada nuevo tendría que pasar, siempre serán nuestros pollitos amarillitos como el color del sol naciente. Recuerda querida: “huevos, pollitos, gallinas y gallitos”

   Y así fue, aparentemente…Durante los días siguientes Fina atendió su nido con el mismo amor de siempre, dándole calor al huevo para transmitirle vida a su polluelo, como era natural y así llegó el día del nacimiento del pollito. Al despertar, Fina observó la cáscara que comenzaba a romperse, primero pensó que estaba viendo mal, había algo extraño, pero cuando Fina abrió muy bien sus ojos y comenzó a cacarear como loca:

-   ¡Germán, ven pronto! Algo le sucede a nuestro pollito…corre Germán, corre…
  
   Germán, que daba una clase a sus jóvenes pollitos acerca de cómo escoger los granos de maíz más amarillos, salió casi volando al nido y cuando vio a su pollito recién nacido y abrió el pico cuán grande pudo…Pues sí señor, ese pollito era diferente, distinto a los demás pollitos nacidos hasta ahora, no era amarillito como las primeras luces del sol, no señor, tenía una mezcla de colores en sus plumas, unos colores nunca vistos en un polluelo. Fina se calló patas arriba ante tal sorpresa, y cuando se recuperó de la sorpresa, conversó con Germán a solas:

-       
   Germán, no estoy segura, pero creo que el color diferente de nuestro pollito tiene que ver con esas luces del cielo.

-          ¿Tú crees? - interrogó German a Fina- Mañana a primera hora, al dar la bienvenida al Gran Sol, le preguntaré, el que es tan grande y todo lo ve, pues no hay nada oculto bajo la luz del Sol, seguro ha de saber.

Y así fue, al salir el Sol la siguiente mañana, Germán le dio la bienvenida con su alegre ¡Kikirikí! Y el Sol sonriente recibió su saludo, pero antes de que el Sol siguiese subiendo, Germán le preguntó: -
- Disculpe Ud. amigo Sol, algo extraño sucedió ayer con uno de mis pollitos y quería preguntarle, al que nada se le oculta, si sabría algo acerca de ello.

- Querido Germán, - le dijo el Sol- durante muchos años he dado calor y color a tus pollitos y a cambio he recibido gratitud y tu hermoso canto de bienvenida todas las mañanas, así que he decidido hacerte un obsequio, a ti y a la amorosa Fina, pero ten en cuenta que las cosas no siempre son iguales, pueden cambiar, ser diferentes y aun así ser buenas. Estás tan acostumbrado a tus pollitos que siempre todo es igual, pero esta vez te sorprenderás…- y no dijo más el Gran Sol.

   Así que Germán y Fina decidieron criar a su pollito con el mismo amor y dedicación que a los demás. Este pollito era muy diferente, sus colores se hacían cada día más intensos y exóticos, la elegancia de esta ave no se podía ocultar y a pesar de que los demás integrantes de la familia criticaban a este nuevo pollito llamado Polito, Fina y Germán se dejaron llevar por su corazón, aceptando las diferencias de Polito y divirtiéndose cada día con sus novedades y formas distintas de ver el mundo.

   Cuando Polito ya no era un pollito, aunque en realidad “pollito como pollito” nunca lo fue, llegó una mañana de sol ardiente; ese día el Gran Sol despertó con mucha energía y Polito irradiaba más colores que nunca y al escuchar la bienvenida de su padre Germán al Gran Sol, no resistió la alegría de su corazón y abrió sus plumas cual abanico y mostró algo nunca visto en el mundo…Polito era el primer Pavo Real, una de las aves más exóticas y hermosas de la naturaleza, a quien el Sol le regaló los verdes, amarillos y azules más intensos del arcoíris para honrar a aquella sencilla pero agradecida familia Gallardo.

   Esa mañana la familia Gallardo se sintió muy orgullosa de este obsequio tan especial, no solo por honrarlos al ser parte de la familia de un ave tan majestuosa y particular, sino por haber aprendido la lección de aceptar a quienes son diferentes y amarlos con la única herramienta válida para amar: el corazón. Y así, después de Polito, las aves fueron evolucionando con colores más vivaces y originales, pero manteniendo la misma sencillez del corazón.

   Y Colorín Colorado este cuento se ha terminado y el que no levante el dedito amarillo se habrá quedado…







miércoles, 14 de agosto de 2019

El Gatito Marañau


  
Cuenta una leyenda vieja
que Marañau se llamaba
el primer gato del mundo
que brincaba y que maullaba.

Marañau era tremendo,
inquieto y muy juguetón.
Brincando de nube el nube
al rendondo Sol arañó,
de allí salen las rayitas
amarillas y largotas
que los niños dibujantes
al señor sol le colocan.





Y brincando entre las nubes
Marañau iba maullando
y jugando con la Luna
la hizo salir rodando,
de tanto rodarla en el cielo
ella se fue desgastando
y ahora se ven los huequitos
que Marañau fue causando.


¡Ah Marañau brincatechos!
Allá se le ve saltando,
cazando a los ratoncitos
que el queso se van robando
y la cesta con estambres
que tenía la abuelita
este gato que es muy loco
va de un salto y se la quita.


Este gatito muy listo,
el primero que existió,
va siempre de techo en techo
robándome el corazón.




martes, 6 de agosto de 2019

¿Por qué Andan Juntas Luna y Tierra?



      Al principio de todos los tiempos, el Sol era el señor regente de los cielos, se encargaba del orden de todos los planetas, los astros, los satélites, todo, absolutamente todo estaba bajo su orden, con mucha seriedad y amor.

   El planeta Tierra era aún muy joven, y tenía una compañera algo revoltosa, llamada Luna, era juguetona, traviesa y muy inquieta y hacía que al Sol le salieran rayitos de colores, de tanto hacerlo rabiar. Tierra y Luna parecía hermanas, eran del mismo tamaño, solo las diferenciaba el color, Luna con su blanco brillante y Tierra con sus hermosos tonos de marrón y azul celeste.

-        -     ¡Vamos a jugar amiga Tierra! – decía la Luna
-          
       - Está bien- contestaba Tierra – pero tranquilitas sin hacer mucho desorden, no sea que el señor Sol se moleste.

   Pero esa promesa duraba poco, la Luna daba vueltas veloces por todos lados, como loca, rodaba por aquí y por allá sin parar, alborotando a los habitantes de la Tierra con tanto grito y relajo, en fin, todo un caos.

   Un día, en una galaxia cercana, hubo una reunión de todas las estrellas regentes, tal como lo era el señor Sol, y a este no le quedó más que atender a tan importante compromiso, dejando solo por unas horas al sistema solar.

   Ese día Luna y Tierra fueron más felices que nunca, saltaron, brincaron y corrieron sin pensar en el después, causaron un desorden tal que fue imposible ocultar los daños…así que cuando llegó el Sol regente, se armó un gran lío.

-            - ¡Luna, terriblemente tremenda has estado en mi ausencia! – exclamó el Sol – pero…¿qué te has hecho? Pareces más pequeña que de costumbre…

-          
        - No lo sé – dijo la Luna llorando de a ratos – solo fui tan feliz por un rato, rodando de un lado a otro sobre Tierra, y perdí la noción del tiempo y los daños y creo que algo me sucedió porque siento que me desgasteeeeeeeé…. buuuuuuuuh! – lloraba inconsolable la pequeña Luna.

        Todos los planetas lamentaban la suerte de la pobre Luna, que se había reducido a mucho más de la mitad, y no salían de su asombro cuando escucharon la voz de Tierra que decía:
-          

      - Pues creo que algo me ha sucedido a mí también, siento muchas piedritas sobre mi superficie, algunos chichones sobre mis hombros, las aguas se han regado por todas partes y creo que algo se quebró en cinco partes en mi superficie.

      -  Ooooooooooooooooooooooooh!!! No puede ser – exclamaban una y otra vez los planetas, mientras giraban a ver a la pobre Tierra.
-          
     - ¡Calma, calma todos! – aclamaba el señor Sol- haremos unos ajustes y solucionaremos todo.
   
   El señor Sol era realmente sabio, había visto el Universo reformarse una y otra vez, así que pensaba que no era mal de morir aquella tremendura entre amigas. Y así fue como el Sol comenzó a colocar cada cosa en su lugar.

   Primero, la Luna que era ahora tan pequeña, no podía andar rodando por todos lados, porque alguien la podía tropezar y lastimar. Así que el Sol la puso cerquita de la Tierra, para que con su fuerza de gravedad la tuviese siempre cerca y fue así como la Luna comenzó a girar alrededor de su amiga.


  La Tierra, que sufrió varios cambios quedó así: los pedacitos de Luna que quedaron dispersos en el suelo, se amarraron a las nubes con cristales transparentes de sábila, y así nacieron las estrellas, que son iluminadas todas las noches por el Sol y nos regalan su luz; los chichones se convirtieron en las montañas más grandes de la Tierra, como el Monte Everest y Fuji, sin contar el Cerro Ávila, el Pico Simón Bolívar y Auyantepuy; las aguas que quedaron regadas, las llamaron mares y océanos y fueron habitados por los pequeños animales que en aquel desorden se quedaron sin hogar….ah! y se me olvidaba, las superficies que se partieron durante el juego, se llamaron continentes y así nacieron América, Asia, Europa, Oceanía y África.


   La lección por desobedecer fue aprendida, así que desde entonces Luna y Tierra estuvieron siempre unidas, sin tanto desorden. De hecho, dicen que cuando Luna se acerca demasiado, sin ser cuidadosa, Tierra sufre unas mareas terribles y eso les recuerda a ambas lo importante de respetar los límites impuestos por el Gran Señor Sol.

   Y colorín colorado, este cuento se ha terminado y el que no levante el dedito ¡se quedará estrellado!

miércoles, 17 de julio de 2019

Los Tres Cerditos: la historia jamás contada.


   Por: Suyín Isturiz


   Algunas historias famosas han sido contadas de una forma algo diferente a como sucedieron en realidad, y en justicia al señor Lobo, les traigo la verdadera historia de los Tres Cerditos.

   En un lugar apartado de un bosque lejano, habitaban, en conjunto, un gran número de animales, allí todo era un desorden, dormían donde los sorprendía la noche, los animales diurnos no respetaban el turno de descanso de los nocturnos, todo era un caos y eso causó enemistad entre muchos animales, pues las peleas no se hacían esperar.

  Dentro del grupo más desordenado y alborotado se encontraban los tres cerditos. Sus nombres eran Tilín, Tilán y Tilón, cada uno era más desordenado que el otro y para evitar confusiones por sus nombres, los habitantes del bosque terminaron llamándolos simplemente “los tres cerditos desordenaditos”.


   También se encontraba entre los animales más serios y respetables del bosque, el señor Lobo Patas Largas, quien era algo solitario, pues detestaba el caos. Un día mientras los tres cerditos corrían sin parar por todos lados llegaron a la madriguera del lobo, causaron tal desorden que nada, ni siquiera el cuadro de su abuelita querida, quedó en su lugar. Las hojas y ramas de árboles quedaron dispersas por doquier, parecía que habían volteado el mundo al revés.

   Cuando don Lobo Patas Largas llegó a su lugar de descanso, enfureció como pocas veces se había visto, ese día el resto de los animales se enteraron de cuan largo eran los dientes, las orejas y la lengua del lobo, pues estuvo aullando furioso con la luz del sol y de la luna por todo el
bosque. Mientras caminaba furioso por lo acontecido, escuchó un murmullo temeroso de unas criaturitas del bosque que comentaban la travesura hecha por lo tres cerditos, y el señor Lobo decidió que algunas cosas cambiarían a partir del día siguiente…

   Tan pronto hubo despertado entre el desorden de su madriguera, el Lobo comenzó a ordenar su espacio de descanso, al finalizar respiró profundo y salió a caminar por el bosque y de pronto con un aullido escalofriante ordenó a todos los animales presentarse a una reunión: la primera gran reunión del bosque. Criaturas grandes y pequeñas, rastreras y voladoras, diurnas y nocturnas, esperaban en ascuas las palabras del señor Lobo.

  Cuando todos estuvieron presentes, incluso los temblorosos cerditos que estaban conscientes de su error, el señor Lobo, con voz grave y profunda, les dijo:

-          Hasta hoy he tolerado ruidos a toda hora, ramas y hojas tiradas por doquier, desorden y caos sin cesar, ¡esto cambiará a partir de hoy!

   Algunos animalitos asustados dijeron:  

-  -   ¡Debemos obedecer al gran señor Lobo o va a comer de un solo mordisco!

   Pero otros animales más grandes que el Lobo refunfuñaron y con gruñidos gritaron:

-     -  ¿Y quien te hizo rey para dar órdenes peludito?

   El señor Lobo Patas Largas emitió un aullido que le hizo erizar el pelo a los más peludos y la piel a los más pelados, hasta las serpientes sintieron castañear sus filosos dientes y el cocodrilo TeoTeo, que estaba visitando a su primo en esos días, sintió como se estremecía su color verde refulgente. Las puntiagudas orejas, los inmensos ojos, los filosos dientes y e inmensas garras del Lobo convencieron a todos, por voluntad o por temor, de aceptar el nuevo orden. Y así sucedió. 
   
   Ese día fue muy largo para todos, ordenaron el lugar de dormir de cada animalito del bosque, todos tenían puesto fijo, establecieron horarios para sus actividades de día y de noche y una lista de ruidos permitidos para garantizar la supervivencia, sin perturbar el descanso de los demás, todo transcurrió en orden hasta que le tocó el turno a los revoltosos Tres Cerditos Desordenaditos, quienes quedaron de últimos en la lista de animales por ordenar.
   
   Al momento de elegir donde vivirían los cerditos, Tilín, el
mayor y más desordenado de todos dijo: - “¡Eso será fácil!”, tomó un poco de paja que estaba al lado del camino y la amontonó en forma de torre y le dijo a sus hermanos:
-     
     Acá dormiremos y bastará reunir la paja con las patas para juntarla de nuevo, además así no se verá mucho la basura.

   Cuando el señor Lobo Patas Largas vio la casa de los cerditos, percibió la pereza de estos tres desordenados y fue entonces  cuando dijo su famosa frase:

-     - ¡Soplaré y soplaré y su casa tiraré!

   Y ¡pluf!, abajo la primera casa de los cerditos. Y les ordenó construir una casa más duradera y segura, que se pudiese mantener limpia y ordenada. Prometiendo pasar al final del día a revisar la obra.

   Los cerditos se quedaron pensando y son mucho ánimo y refunfuñando Tilán dijo: - ¡Bueno si no se puede con paja,
agarremos hojas y ramas, nos revolcamos encima de ellas para que se enreden, mientras nos divertimos, y allí viviremos!

   Al caer el sol, el señor Lobo cumplió lo prometido y pasó a ver la nueva casa de los cerditos. Cuando vio un simple enredo de ramas enfureció y les dijo de forma determinante:

-    -  Les dije claramente como debía ser la casa a construir, me han desobedecido. Estoy harto de su pereza y desorden, ¡así que una vez más soplaré y soplaré y su casa tiraré!

   Y una vez hecho esto sentenció a los cerditos a dormir en el frío por toda la noche y les advirtió que llegado el mediodía siguiente pasaría a revisar la nueva casa y que de no cumplir con las reglas sería expulsados del bosque.
  
   Esa noche fue larga para los cerditos, se encontraban solos porque todos los demás animalitos estaban acurrucados en su cuevas, madrigueras y ramas. Hasta TeoTeo el cocodrilo se acomodó entre las plantas acuáticas mientras vacacionaba con su primo Juancho el caimán.

   A la mañana siguiente, los cerditos se pusieron manos a la obra, primero diseñaron un plan, buscaron arduamente los materiales necesarios y comenzaron a construir una mejor casita. Al llegar el mediodía ya estaba finalizado el trabajo.

   Cuando llegó el señor Lobo Patas Largas, los ojos le brillaron como el sol. Estaba satisfecho con la casita de concreto de los cerditos (en realidad era de arcilla muy bien trabajada, pero la historia lo ha cambiado todo). Y si embargo, para atemorizar a los cerditos y asegurarse de que aprendiesen la lección…sopló, sopló y sopló, pero la casita no cayó.

   Así que dijo a los cerditos que desde ese día en adelante tendrían que mantener el orden y respetar a sus vecinos del bosque para que todos viviesen en armonía. Y cuenta la historia que más nunca se vio al señor Lobo Patas Largas en el bosque, lo cual es falso porque aún merodea con cuidado y silenciosamente por el bosque vigilando que todos los animalitos respeten su espacio y el de sus vecinos.

   Y de esa manera fue como el señor Lobo Patas Largas ganó admiradores y enemigos por la inmensa obra de poner en orden la convivencia del bosque, así que quizás algunos de sus detractores inventaron esa falsa historia acerca de Los Tres Cerditos, hasta ahora difundida, y conociendo a los Tres Cerditos Desordenaditos, no sería de extrañar que ellos falsearan lo sucedido para no quedar mal ante sus hijos y nietecietos, pues desde esos tiempos remotos lobos y cerditos jamás se volvieron a reconciliar.

¡Y Colorín Colorado, este cuento se ha terminado….y si eres tan desordenado como los cerditos, esta historia no te han contado!


  

jueves, 4 de julio de 2019

El Primer Odontólogo



Por: Suyín Isturiz


   Hace mucho, mucho tiempo, cuando TeoTeo ya era un experto cazando peces en el río, este amigo cocodrilo
comía peces día y noche sin parar y por este hábito se acumulaban en su boca residuos de todo tipo, hasta las sanguijuelas hacían vida en este paraíso residual. De tanto comer, TeoTeo tenía muchos restos de comida en sus 84 dientes, y el mal olor y las caries comenzaban a aparecer en la boca del pobre primer gran cocodrilo, esto lo ponía de muy mal humor, pues faltaban muchos meses aún para cambiar su dentadura, pues como sabes los cocodrilos cambian de dientes una vez cada año.

   Ante tal padecimiento, no existía cura. Un pajarito, pequeñito que se llamaba pluvial y que de cariño le decían sus amigos “Chorlito Egipcio”, porque venía de esas tierras lejanas, veía cada mañana en el estanque el padecimiento del pobre TeoTeo, que ya estaba desganado ante tanto dolor.

   Una mañana mientras TeoTeo dormía con la bocota abierta esperando a ver si la brisa apaciguaba su dolor, el amigo Chorlito decidió echar un ojo dentro de la bocaza de TeoTeo, y se quedó asombrado ante el banquete de comida que éste tenía dentro de aquellos fuertes y amenzantes dientes. Chorlito, más asustado que hambriento, dio una probadita al banquete. TeoTeo sintió la presencia de aquel intruso y cuando ya estaba dispuesto a cerrar la boca para atraparlo, sintió que el pajarito le dio un pinchazo salvador ¿Cómo?, pues al primer picotazo de Chorlito, sacó a unas sanguijuelas que tenía vuelta loca del dolor la encía de TeoTeo, y le hizo sentir alivio a nuestro verde amigo animal.

   TeoTeo, cauto y aliviado, se quedó quietecito para no espantar a aquel intruso tan útil. Se hizo el dormido y lo
dejó hacer la limpieza. Cuando Chorlito estuvo satisfecho, alzó vuelo y se retiró en silencio. Al día siguiente se repitió la escena, TeoTeo se hacía el dormido y Chorlito trabajaba silenciosamente, dejando todo limpiecito.
 
   Y fue así como nació la primera relación de mutualismo, que no es más que aquella relación donde ambos animales se benefician, pues mientras el cocodrilo recibe una limpieza bucal, el Chorlito recibe alimento. ¡Ah! Y no solo eso, sino que Chorlito ideó así una profesión que hasta el momento no existía, sí señor, ¡Chorlito ideó la odontología!, el ejercicio de esos profesionales que cuidan con tanto esmero nuestros dientes, y así fue como los humanos de tanto observar la relación entre TeoTeo y Chorlito, se dieron cuenta de la importancia de mantener limpios los dientes. Y en honor a aquella relación se le llamó al Chorlito Egipcio, el Pájaro Odontólogo.

   Así que cuando vayas cada seis meses a hacerte la limpieza dental al odontólogo, ¡cuéntale que tu ya sabes cual fue el primer odontólogo del mundo!

   Y Colorín Colorado, este cuento se ha terminado y el que no levante el dedito ¡al odontólogo no habrá visitado!




miércoles, 26 de junio de 2019

La Pequeña Gran Luz

   Cuando nació el primer león en el mundo, todos los animales de la selva fueron a rendirle tributo al pequeño gran rey, todos, excepto las hienas, que eran enemigos de la Madre Leona, por asuntos de poder.



Le llevaron obsequios lujosos y le brindaron todas las
reverencias apropiadas de acuerdo a su real investidura. La Madre Leona, realmente

orgullosa, le indicó a los animales hacer una larga fila para honrar al recién nacido, primero los animales más grandes y luego los más pequeños, según ella, de acuerdo a su orden de importancia en el reino animal. Pasaron elefantes, jirafas, caballos, hasta TeoTeo con su inmensa cola y su gran color verde y también Tino el Rinoceronte.

   Una vez que pasaron los animales más fuertes y robustos, la gran leona gritó:

-     - ¡Aaaaaaaalto!, ya no aceptaremos más obsequios. El rey debe descansar – y murmurando para sus adentros - no creo que ningún obsequio valioso venga de parte de estos insignificantes animales.

   Los animalitos se quedaron sorprendidos y desilusionados a la vez de la actitud de menosprecio por
parte de la Madre Leona y tristes se retiraron a sus cuevitas, madrigueras y demás hábitats. Sólo un pequeño insecto no se rindió, la luciérnaga. Ella albergaba en su corazón que la Madre Leona recibiese su humilde presente para el recién nacido, pues sabía la importancia de su regalo, así que paciente esperó la noche.

   Cuando la Madre Leona se quedó en la soledad con su pequeño y la oscuridad cubrió la selva, se escucharon pisadas alrededor, y el temor de un presentimiento llenó el corazón de la madre…pues sí, su peor temor era real, las hienas, sus más feroces enemigos habían llegado a arrebatarle a su tesoro recién nacido, pues creían que si ellos devoraban al pequeño podrían acceder al trono de la selva.

   Madre Leona no podía ver entre tanta oscuridad y justo en ese momento la luciérnaga, tan pequeña y humilde se acercó a la leona y le dijo:

   - Sabía que mi obsequio te haría falta, menospreciaste a los más pequeños por tu gran orgullo, sin embargo, estoy aquí porque sé que me necesitas.
  
   A lo que la Madre contestó: - No estoy para sermones, qué quieres, la vida de mi cachorro está en peligro. En ese momento la luciérnaga encendió su luz, con la mayor intensidad con la que lo había hecho en su vida, y entonces su luz iluminó los ojos de la leona y así pudo ver en la oscuridad a todas aquellas hienas que la acechaban. Fue así como Madre Leona pudo espantar con su gran fuerza y ferocidad a esos depredadores.

 Cuando estuvieron de nuevo a salvo, la leona sintió una gran vergüenza, su actitud había sido prepotente, sin embargo, un insecto tan pequeñito, apenas visible, le había salvado la vida a ella y a su pequeño. Esa fue la noche en que la Madre Leona comprendió que la grandeza de los animales no iba dada de acuerdo a su tamaño físico, ni su fuerza, sino que cada uno tenía algo valioso que dar, que todos eran importantes en aquel gran reino animal.


   Fue tan importante la lección aprendida por la Madre Leona esa noche, que jamás pudo olvidar la luz de la amiga luciérnaga y su destello se quedó grabado en los ojos de todos los felinos para siempre, por eso desde ese entonces estos animales tienen la capacidad de ver en la oscuridad.

   Así que cada vez que veas brillar los ojos de un gatito o cualquier ojo felino en la noche, recuerda que la lección
aprendida por la leona, que hasta los más fuertes debemos respetar y valorar a quienes podemos considerar erróneamente más débiles, pues en realidad todos guardamos un gran tesoro en nuestro interior.


Y Colorín Colorado este cuento se ha terminado, y si no levantas el dedito…la luciérnaga no te habrá iluminado.


Escrito con amor por: Suyín Isturiz

¿De qué están hechas las nubes?

    U na noche mientras me iba a dormir, mamá entró a darme las buenas noches, como siempre, sabía que vendría a contarme una historia...

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