sábado, 24 de agosto de 2019

Un Pollito de Colores



   En un lugar apartado de la Amazonía Legendaria, en los tiempos en los que TeoTeo el Cocodrilo aún no cambiaba a color verde, habitaba la selva la gallina Fina y su esposo Germán, conformaban la familia Gallardo. Eran unos esposos muy respetables y tradicionalistas, Fina cuidaba a sus pollitos con mucho amor y Germán orgulloso se ocupaba de enseñar a sus pollitos el camino que la naturaleza les tenía señalado, mantener bajo control los gusanitos y otros insectos y escoger los granos más tiernos y deliciosos. La vida de la familia Gallardo era muy rutinaria, “huevos, pollitos, gallinas y gallitos” era el lema de la familia.

   Como era bien sabido, la familia Gallardo sentía mucha admiración y gratitud por el Gran Sol, pues este ayudaba a calentar a sus pollitos en la mañana y les daba ese tierno color amarillito que tienen los pollitos al nacer, por eso Germán cantaba todas las mañanas para recibir la Sol con alegría y avisar a los demás animales de la la Tierra que un nuevo día comenzaba.

   Un día mientras el Sol daba la vuelta a la Tierra, observó
con detalle a los pequeños pollitos de la familia Gallardo y decidió que, por su gran devoción hacia él, les haría un obsequio muy especial. A la mañana siguiente una llovizna suave cubrió la Amazonía durante casi todo el día y cuando el Sol estiró sus rayitos con mucha fuerza surgió una luz muy especial, apareció el primer arcoiris de la historia del mundo. Todos observaron el fenómeno con extrañeza y por supuesto Doña Fina no fue la excepción; le dio tal curiosidad semejante juego de colores que fue caminando despacito hacia el arcoíris, hasta que atravesó su luz, se le puso la “piel de gallina”, algo se estremeció en ella y supo en su corazón que algo había sucedido, sin embargo, se fue calladita a su nido para descansar.

   Doña Fina ponía sus huevos en la mañana, generalmente ponía cuatro o cinco huevitos, pero aquella mañana fue sólo uno, un único huevo…La gallina lo asoció con la sorpresa observada en el cielo el día anterior, imaginó que aquello tendría algo que ver, así que le comentó al gallo Germán lo sucedido y éste le dijo:

-    Querida Fina, tranquila, solo es un huevo, quizás estabas muy cansada, nada nuevo tendría que pasar, siempre serán nuestros pollitos amarillitos como el color del sol naciente. Recuerda querida: “huevos, pollitos, gallinas y gallitos”

   Y así fue, aparentemente…Durante los días siguientes Fina atendió su nido con el mismo amor de siempre, dándole calor al huevo para transmitirle vida a su polluelo, como era natural y así llegó el día del nacimiento del pollito. Al despertar, Fina observó la cáscara que comenzaba a romperse, primero pensó que estaba viendo mal, había algo extraño, pero cuando Fina abrió muy bien sus ojos y comenzó a cacarear como loca:

-   ¡Germán, ven pronto! Algo le sucede a nuestro pollito…corre Germán, corre…
  
   Germán, que daba una clase a sus jóvenes pollitos acerca de cómo escoger los granos de maíz más amarillos, salió casi volando al nido y cuando vio a su pollito recién nacido y abrió el pico cuán grande pudo…Pues sí señor, ese pollito era diferente, distinto a los demás pollitos nacidos hasta ahora, no era amarillito como las primeras luces del sol, no señor, tenía una mezcla de colores en sus plumas, unos colores nunca vistos en un polluelo. Fina se calló patas arriba ante tal sorpresa, y cuando se recuperó de la sorpresa, conversó con Germán a solas:

-       
   Germán, no estoy segura, pero creo que el color diferente de nuestro pollito tiene que ver con esas luces del cielo.

-          ¿Tú crees? - interrogó German a Fina- Mañana a primera hora, al dar la bienvenida al Gran Sol, le preguntaré, el que es tan grande y todo lo ve, pues no hay nada oculto bajo la luz del Sol, seguro ha de saber.

Y así fue, al salir el Sol la siguiente mañana, Germán le dio la bienvenida con su alegre ¡Kikirikí! Y el Sol sonriente recibió su saludo, pero antes de que el Sol siguiese subiendo, Germán le preguntó: -
- Disculpe Ud. amigo Sol, algo extraño sucedió ayer con uno de mis pollitos y quería preguntarle, al que nada se le oculta, si sabría algo acerca de ello.

- Querido Germán, - le dijo el Sol- durante muchos años he dado calor y color a tus pollitos y a cambio he recibido gratitud y tu hermoso canto de bienvenida todas las mañanas, así que he decidido hacerte un obsequio, a ti y a la amorosa Fina, pero ten en cuenta que las cosas no siempre son iguales, pueden cambiar, ser diferentes y aun así ser buenas. Estás tan acostumbrado a tus pollitos que siempre todo es igual, pero esta vez te sorprenderás…- y no dijo más el Gran Sol.

   Así que Germán y Fina decidieron criar a su pollito con el mismo amor y dedicación que a los demás. Este pollito era muy diferente, sus colores se hacían cada día más intensos y exóticos, la elegancia de esta ave no se podía ocultar y a pesar de que los demás integrantes de la familia criticaban a este nuevo pollito llamado Polito, Fina y Germán se dejaron llevar por su corazón, aceptando las diferencias de Polito y divirtiéndose cada día con sus novedades y formas distintas de ver el mundo.

   Cuando Polito ya no era un pollito, aunque en realidad “pollito como pollito” nunca lo fue, llegó una mañana de sol ardiente; ese día el Gran Sol despertó con mucha energía y Polito irradiaba más colores que nunca y al escuchar la bienvenida de su padre Germán al Gran Sol, no resistió la alegría de su corazón y abrió sus plumas cual abanico y mostró algo nunca visto en el mundo…Polito era el primer Pavo Real, una de las aves más exóticas y hermosas de la naturaleza, a quien el Sol le regaló los verdes, amarillos y azules más intensos del arcoíris para honrar a aquella sencilla pero agradecida familia Gallardo.

   Esa mañana la familia Gallardo se sintió muy orgullosa de este obsequio tan especial, no solo por honrarlos al ser parte de la familia de un ave tan majestuosa y particular, sino por haber aprendido la lección de aceptar a quienes son diferentes y amarlos con la única herramienta válida para amar: el corazón. Y así, después de Polito, las aves fueron evolucionando con colores más vivaces y originales, pero manteniendo la misma sencillez del corazón.

   Y Colorín Colorado este cuento se ha terminado y el que no levante el dedito amarillo se habrá quedado…







miércoles, 14 de agosto de 2019

El Gatito Marañau


  
Cuenta una leyenda vieja
que Marañau se llamaba
el primer gato del mundo
que brincaba y que maullaba.

Marañau era tremendo,
inquieto y muy juguetón.
Brincando de nube el nube
al rendondo Sol arañó,
de allí salen las rayitas
amarillas y largotas
que los niños dibujantes
al señor sol le colocan.





Y brincando entre las nubes
Marañau iba maullando
y jugando con la Luna
la hizo salir rodando,
de tanto rodarla en el cielo
ella se fue desgastando
y ahora se ven los huequitos
que Marañau fue causando.


¡Ah Marañau brincatechos!
Allá se le ve saltando,
cazando a los ratoncitos
que el queso se van robando
y la cesta con estambres
que tenía la abuelita
este gato que es muy loco
va de un salto y se la quita.


Este gatito muy listo,
el primero que existió,
va siempre de techo en techo
robándome el corazón.




martes, 6 de agosto de 2019

¿Por qué Andan Juntas Luna y Tierra?



      Al principio de todos los tiempos, el Sol era el señor regente de los cielos, se encargaba del orden de todos los planetas, los astros, los satélites, todo, absolutamente todo estaba bajo su orden, con mucha seriedad y amor.

   El planeta Tierra era aún muy joven, y tenía una compañera algo revoltosa, llamada Luna, era juguetona, traviesa y muy inquieta y hacía que al Sol le salieran rayitos de colores, de tanto hacerlo rabiar. Tierra y Luna parecía hermanas, eran del mismo tamaño, solo las diferenciaba el color, Luna con su blanco brillante y Tierra con sus hermosos tonos de marrón y azul celeste.

-        -     ¡Vamos a jugar amiga Tierra! – decía la Luna
-          
       - Está bien- contestaba Tierra – pero tranquilitas sin hacer mucho desorden, no sea que el señor Sol se moleste.

   Pero esa promesa duraba poco, la Luna daba vueltas veloces por todos lados, como loca, rodaba por aquí y por allá sin parar, alborotando a los habitantes de la Tierra con tanto grito y relajo, en fin, todo un caos.

   Un día, en una galaxia cercana, hubo una reunión de todas las estrellas regentes, tal como lo era el señor Sol, y a este no le quedó más que atender a tan importante compromiso, dejando solo por unas horas al sistema solar.

   Ese día Luna y Tierra fueron más felices que nunca, saltaron, brincaron y corrieron sin pensar en el después, causaron un desorden tal que fue imposible ocultar los daños…así que cuando llegó el Sol regente, se armó un gran lío.

-            - ¡Luna, terriblemente tremenda has estado en mi ausencia! – exclamó el Sol – pero…¿qué te has hecho? Pareces más pequeña que de costumbre…

-          
        - No lo sé – dijo la Luna llorando de a ratos – solo fui tan feliz por un rato, rodando de un lado a otro sobre Tierra, y perdí la noción del tiempo y los daños y creo que algo me sucedió porque siento que me desgasteeeeeeeé…. buuuuuuuuh! – lloraba inconsolable la pequeña Luna.

        Todos los planetas lamentaban la suerte de la pobre Luna, que se había reducido a mucho más de la mitad, y no salían de su asombro cuando escucharon la voz de Tierra que decía:
-          

      - Pues creo que algo me ha sucedido a mí también, siento muchas piedritas sobre mi superficie, algunos chichones sobre mis hombros, las aguas se han regado por todas partes y creo que algo se quebró en cinco partes en mi superficie.

      -  Ooooooooooooooooooooooooh!!! No puede ser – exclamaban una y otra vez los planetas, mientras giraban a ver a la pobre Tierra.
-          
     - ¡Calma, calma todos! – aclamaba el señor Sol- haremos unos ajustes y solucionaremos todo.
   
   El señor Sol era realmente sabio, había visto el Universo reformarse una y otra vez, así que pensaba que no era mal de morir aquella tremendura entre amigas. Y así fue como el Sol comenzó a colocar cada cosa en su lugar.

   Primero, la Luna que era ahora tan pequeña, no podía andar rodando por todos lados, porque alguien la podía tropezar y lastimar. Así que el Sol la puso cerquita de la Tierra, para que con su fuerza de gravedad la tuviese siempre cerca y fue así como la Luna comenzó a girar alrededor de su amiga.


  La Tierra, que sufrió varios cambios quedó así: los pedacitos de Luna que quedaron dispersos en el suelo, se amarraron a las nubes con cristales transparentes de sábila, y así nacieron las estrellas, que son iluminadas todas las noches por el Sol y nos regalan su luz; los chichones se convirtieron en las montañas más grandes de la Tierra, como el Monte Everest y Fuji, sin contar el Cerro Ávila, el Pico Simón Bolívar y Auyantepuy; las aguas que quedaron regadas, las llamaron mares y océanos y fueron habitados por los pequeños animales que en aquel desorden se quedaron sin hogar….ah! y se me olvidaba, las superficies que se partieron durante el juego, se llamaron continentes y así nacieron América, Asia, Europa, Oceanía y África.


   La lección por desobedecer fue aprendida, así que desde entonces Luna y Tierra estuvieron siempre unidas, sin tanto desorden. De hecho, dicen que cuando Luna se acerca demasiado, sin ser cuidadosa, Tierra sufre unas mareas terribles y eso les recuerda a ambas lo importante de respetar los límites impuestos por el Gran Señor Sol.

   Y colorín colorado, este cuento se ha terminado y el que no levante el dedito ¡se quedará estrellado!

¿De qué están hechas las nubes?

    U na noche mientras me iba a dormir, mamá entró a darme las buenas noches, como siempre, sabía que vendría a contarme una historia...

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