Escrito por: Suyín Isturiz
Hace mucho, mucho
tiempo en una gran selva Orinoquia, se encontraron
un monito y un tigre, el monito sentía simpatía por los grandes saltos que daba el tigre y el tigre se asombraba cuando veía al monito brincar entre los árboles.
un monito y un tigre, el monito sentía simpatía por los grandes saltos que daba el tigre y el tigre se asombraba cuando veía al monito brincar entre los árboles.
Al principio el
monito no bajaba de los árboles para hablar con el tigre, le daba un poco de
miedo por aquellos ¡grandes colmillos!, solo hablaban
desde lejos, contando sus
aventuras y haciendo morisquetas, el
mono brincaba de un árbol a otro de alegría y el tigre daba grandes saltos
entre carcajadas.
Un día el monito
pensó que era momento de bajar del árbol a jugar con su amigo Tigre, y lo
esperó sentado al pie del árbol, como siempre. Cuando el tigre llegó sintió
sorpresa y alegría de ver al monito bajo el árbol y se acercó con cautela para
no asustar a su amigo mono. Cuando de pronto percibió el tentador olor de los
pies del amigo monito y sintió unas ganas terribles de darles pequeños
mordisquitos en los dedos de los pies, y de repentinamente las mejillas del tigre se
enrojecieron de la pena y se fue a grandes pasos a esconderse entre la selva.
El monito quedó
sorprendido, no comprendía lo que había sucedido. ¿Por qué se ocultaría su
amigo?
Así pasaron varios
días y el tigre no regresó. Monito estaba muy triste y aburrido, y al fin decidió ir en búsqueda de su amigo. Al rato de caminar entre la selva, monito vio a tigre, ¡sintió
tanta alegría!, pero cuando tigre lo observó le dijo: “Amigo, por favor no te
acerques, ¡No quiero lastimarte!”, monito confundido dio dos pasitos hacia
atrás y temeroso preguntó: “Amigo tigre,¿por qué me dices eso?” . Tigre tapándose
la carita con sus patas le contestó: “Es que los tigres no podemos resistirnos
a los rosados deditos de los pies, tenemos una necesidad terrible de darles
mordisquitos y tus pies son muy muy rosaditos y tienes 5 deditos en cada pie,
que al juntarlos suman 10, ¡eso es terriblemente delicioso! , corre de mí
aléjate”- se lamentaba tigre.
Monito se fue
saltando, entre asustado y triste por lo ocurrido. Y mientras saltaba pensaba: “¡Si
tan solo no tuviese deditos, si al menos no se viesen…que pena!”, y de pronto
al sentarse en la rama de un árbol, las hojas del árbol taparon sus patitas
rosaditas y ¡zaz!…¡monito encontró la solución!. Se hizo unos zapatitos con
las hojas del árbol, así su amigo tigre podría jugar con él sin problema
alguno de ver sus pies.
A la mañana
siguiente mono buscó a tigre y le mostró sus pies, o mejor dicho sus zapatos, tigre dio saltos, grandes
saltos de alegría. Al fin podía brincar y saltar todo el tiempo sin temor de
morder los deditos de los pies de monito. Desde ese entonces madre naturaleza hizo que los
monitos tuviesen pelitos en sus patitas y además se las pintó de color marrón,
para imitar unos zapatitos y así los tigres y los monos podrían jugar juntos
por siempre.
Por eso, los niños,
al igual que los monitos deben usar zapatitos, así los tigritos no sentirán un
deseo irresistible de morder esos suaves y brillantes deditos.
¡Y colorín,
colorado, este cuento se ha terminado, y como uso zapatitos, mis deditos el
tigre no ha encontrado!
Con amor para Sheccid y Sharlotte
Con amor para Sheccid y Sharlotte