miércoles, 17 de julio de 2019

Los Tres Cerditos: la historia jamás contada.


   Por: Suyín Isturiz


   Algunas historias famosas han sido contadas de una forma algo diferente a como sucedieron en realidad, y en justicia al señor Lobo, les traigo la verdadera historia de los Tres Cerditos.

   En un lugar apartado de un bosque lejano, habitaban, en conjunto, un gran número de animales, allí todo era un desorden, dormían donde los sorprendía la noche, los animales diurnos no respetaban el turno de descanso de los nocturnos, todo era un caos y eso causó enemistad entre muchos animales, pues las peleas no se hacían esperar.

  Dentro del grupo más desordenado y alborotado se encontraban los tres cerditos. Sus nombres eran Tilín, Tilán y Tilón, cada uno era más desordenado que el otro y para evitar confusiones por sus nombres, los habitantes del bosque terminaron llamándolos simplemente “los tres cerditos desordenaditos”.


   También se encontraba entre los animales más serios y respetables del bosque, el señor Lobo Patas Largas, quien era algo solitario, pues detestaba el caos. Un día mientras los tres cerditos corrían sin parar por todos lados llegaron a la madriguera del lobo, causaron tal desorden que nada, ni siquiera el cuadro de su abuelita querida, quedó en su lugar. Las hojas y ramas de árboles quedaron dispersas por doquier, parecía que habían volteado el mundo al revés.

   Cuando don Lobo Patas Largas llegó a su lugar de descanso, enfureció como pocas veces se había visto, ese día el resto de los animales se enteraron de cuan largo eran los dientes, las orejas y la lengua del lobo, pues estuvo aullando furioso con la luz del sol y de la luna por todo el
bosque. Mientras caminaba furioso por lo acontecido, escuchó un murmullo temeroso de unas criaturitas del bosque que comentaban la travesura hecha por lo tres cerditos, y el señor Lobo decidió que algunas cosas cambiarían a partir del día siguiente…

   Tan pronto hubo despertado entre el desorden de su madriguera, el Lobo comenzó a ordenar su espacio de descanso, al finalizar respiró profundo y salió a caminar por el bosque y de pronto con un aullido escalofriante ordenó a todos los animales presentarse a una reunión: la primera gran reunión del bosque. Criaturas grandes y pequeñas, rastreras y voladoras, diurnas y nocturnas, esperaban en ascuas las palabras del señor Lobo.

  Cuando todos estuvieron presentes, incluso los temblorosos cerditos que estaban conscientes de su error, el señor Lobo, con voz grave y profunda, les dijo:

-          Hasta hoy he tolerado ruidos a toda hora, ramas y hojas tiradas por doquier, desorden y caos sin cesar, ¡esto cambiará a partir de hoy!

   Algunos animalitos asustados dijeron:  

-  -   ¡Debemos obedecer al gran señor Lobo o va a comer de un solo mordisco!

   Pero otros animales más grandes que el Lobo refunfuñaron y con gruñidos gritaron:

-     -  ¿Y quien te hizo rey para dar órdenes peludito?

   El señor Lobo Patas Largas emitió un aullido que le hizo erizar el pelo a los más peludos y la piel a los más pelados, hasta las serpientes sintieron castañear sus filosos dientes y el cocodrilo TeoTeo, que estaba visitando a su primo en esos días, sintió como se estremecía su color verde refulgente. Las puntiagudas orejas, los inmensos ojos, los filosos dientes y e inmensas garras del Lobo convencieron a todos, por voluntad o por temor, de aceptar el nuevo orden. Y así sucedió. 
   
   Ese día fue muy largo para todos, ordenaron el lugar de dormir de cada animalito del bosque, todos tenían puesto fijo, establecieron horarios para sus actividades de día y de noche y una lista de ruidos permitidos para garantizar la supervivencia, sin perturbar el descanso de los demás, todo transcurrió en orden hasta que le tocó el turno a los revoltosos Tres Cerditos Desordenaditos, quienes quedaron de últimos en la lista de animales por ordenar.
   
   Al momento de elegir donde vivirían los cerditos, Tilín, el
mayor y más desordenado de todos dijo: - “¡Eso será fácil!”, tomó un poco de paja que estaba al lado del camino y la amontonó en forma de torre y le dijo a sus hermanos:
-     
     Acá dormiremos y bastará reunir la paja con las patas para juntarla de nuevo, además así no se verá mucho la basura.

   Cuando el señor Lobo Patas Largas vio la casa de los cerditos, percibió la pereza de estos tres desordenados y fue entonces  cuando dijo su famosa frase:

-     - ¡Soplaré y soplaré y su casa tiraré!

   Y ¡pluf!, abajo la primera casa de los cerditos. Y les ordenó construir una casa más duradera y segura, que se pudiese mantener limpia y ordenada. Prometiendo pasar al final del día a revisar la obra.

   Los cerditos se quedaron pensando y son mucho ánimo y refunfuñando Tilán dijo: - ¡Bueno si no se puede con paja,
agarremos hojas y ramas, nos revolcamos encima de ellas para que se enreden, mientras nos divertimos, y allí viviremos!

   Al caer el sol, el señor Lobo cumplió lo prometido y pasó a ver la nueva casa de los cerditos. Cuando vio un simple enredo de ramas enfureció y les dijo de forma determinante:

-    -  Les dije claramente como debía ser la casa a construir, me han desobedecido. Estoy harto de su pereza y desorden, ¡así que una vez más soplaré y soplaré y su casa tiraré!

   Y una vez hecho esto sentenció a los cerditos a dormir en el frío por toda la noche y les advirtió que llegado el mediodía siguiente pasaría a revisar la nueva casa y que de no cumplir con las reglas sería expulsados del bosque.
  
   Esa noche fue larga para los cerditos, se encontraban solos porque todos los demás animalitos estaban acurrucados en su cuevas, madrigueras y ramas. Hasta TeoTeo el cocodrilo se acomodó entre las plantas acuáticas mientras vacacionaba con su primo Juancho el caimán.

   A la mañana siguiente, los cerditos se pusieron manos a la obra, primero diseñaron un plan, buscaron arduamente los materiales necesarios y comenzaron a construir una mejor casita. Al llegar el mediodía ya estaba finalizado el trabajo.

   Cuando llegó el señor Lobo Patas Largas, los ojos le brillaron como el sol. Estaba satisfecho con la casita de concreto de los cerditos (en realidad era de arcilla muy bien trabajada, pero la historia lo ha cambiado todo). Y si embargo, para atemorizar a los cerditos y asegurarse de que aprendiesen la lección…sopló, sopló y sopló, pero la casita no cayó.

   Así que dijo a los cerditos que desde ese día en adelante tendrían que mantener el orden y respetar a sus vecinos del bosque para que todos viviesen en armonía. Y cuenta la historia que más nunca se vio al señor Lobo Patas Largas en el bosque, lo cual es falso porque aún merodea con cuidado y silenciosamente por el bosque vigilando que todos los animalitos respeten su espacio y el de sus vecinos.

   Y de esa manera fue como el señor Lobo Patas Largas ganó admiradores y enemigos por la inmensa obra de poner en orden la convivencia del bosque, así que quizás algunos de sus detractores inventaron esa falsa historia acerca de Los Tres Cerditos, hasta ahora difundida, y conociendo a los Tres Cerditos Desordenaditos, no sería de extrañar que ellos falsearan lo sucedido para no quedar mal ante sus hijos y nietecietos, pues desde esos tiempos remotos lobos y cerditos jamás se volvieron a reconciliar.

¡Y Colorín Colorado, este cuento se ha terminado….y si eres tan desordenado como los cerditos, esta historia no te han contado!


  

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