Por: Suyín Isturiz
Hace mucho, mucho tiempo, cuando
TeoTeo ya era un experto cazando peces en el río, este amigo cocodrilo
comía peces día y noche sin parar y por este hábito se acumulaban en su boca residuos de todo tipo, hasta las sanguijuelas hacían vida en este paraíso residual. De tanto comer, TeoTeo tenía muchos restos de comida en sus 84 dientes, y el mal olor y las caries comenzaban a aparecer en la boca del pobre primer gran cocodrilo, esto lo ponía de muy mal humor, pues faltaban muchos meses aún para cambiar su dentadura, pues como sabes los cocodrilos cambian de dientes una vez cada año.
comía peces día y noche sin parar y por este hábito se acumulaban en su boca residuos de todo tipo, hasta las sanguijuelas hacían vida en este paraíso residual. De tanto comer, TeoTeo tenía muchos restos de comida en sus 84 dientes, y el mal olor y las caries comenzaban a aparecer en la boca del pobre primer gran cocodrilo, esto lo ponía de muy mal humor, pues faltaban muchos meses aún para cambiar su dentadura, pues como sabes los cocodrilos cambian de dientes una vez cada año.
Ante tal padecimiento, no existía
cura. Un pajarito, pequeñito que se llamaba pluvial y que de cariño le decían
sus amigos “Chorlito Egipcio”, porque venía de esas tierras lejanas, veía cada
mañana en el estanque el padecimiento del pobre TeoTeo, que ya estaba desganado
ante tanto dolor.
Una mañana mientras TeoTeo dormía
con la bocota abierta esperando a ver si la brisa apaciguaba su dolor, el amigo
Chorlito decidió echar un ojo dentro de la bocaza de TeoTeo, y se quedó
asombrado ante el banquete de comida que éste tenía dentro de aquellos fuertes
y amenzantes dientes. Chorlito, más asustado que hambriento, dio una probadita
al banquete. TeoTeo sintió la presencia de aquel intruso y cuando ya estaba
dispuesto a cerrar la boca para atraparlo, sintió que el pajarito le dio un
pinchazo salvador ¿Cómo?, pues al primer picotazo de Chorlito, sacó a unas
sanguijuelas que tenía vuelta loca del dolor la encía de TeoTeo, y le hizo
sentir alivio a nuestro verde amigo animal.
TeoTeo, cauto y aliviado, se quedó
quietecito para no espantar a aquel intruso tan útil. Se hizo el dormido y lo
dejó hacer la limpieza. Cuando Chorlito estuvo satisfecho, alzó vuelo y se
retiró en silencio. Al día siguiente se repitió la escena, TeoTeo se hacía el
dormido y Chorlito trabajaba silenciosamente, dejando todo limpiecito.
Y fue así como nació la primera relación de mutualismo, que no es más
que aquella relación donde ambos animales se benefician, pues mientras el
cocodrilo recibe una limpieza bucal, el Chorlito recibe alimento. ¡Ah! Y no
solo eso, sino que Chorlito ideó así una profesión que hasta el momento no
existía, sí señor, ¡Chorlito ideó la odontología!, el ejercicio de esos
profesionales que cuidan con tanto esmero nuestros dientes, y así fue como los
humanos de tanto observar la relación entre TeoTeo y Chorlito, se dieron cuenta
de la importancia de mantener limpios los dientes. Y en honor a aquella
relación se le llamó al Chorlito Egipcio, el Pájaro Odontólogo.
Así que cuando vayas cada seis
meses a hacerte la limpieza dental al odontólogo, ¡cuéntale que tu ya sabes
cual fue el primer odontólogo del mundo!
Y Colorín Colorado, este cuento
se ha terminado y el que no levante el dedito ¡al odontólogo no habrá visitado!
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