Al principio de los tiempos, cuando los hombres aún vivían
en cavernas, el mundo era un lugar salvaje y el cocodrilo TeoTeo andaba por estos mundos, un animal curioso siempre los
vigilaba de lejos, los humanos los llamaban perros. Era un animal curioso,
siempre atento a
los movimientos de los humanos; los perros observaban las
raras costumbres de esta especie que se paraba en dos patas, como esa costumbre
de bañarse con frecuencia, ¡cosa que un perro jamás haría voluntariamente!, su temor a la oscuridad y esa extraña forma de comer
con las patas delanteras, - ¡Vaya cosa extraña!, pensaban los perros, - si era
mejor tomar la comida directo con la boca y así se ahorraban tiempo y evitaban
la competencia de otros animales.
Durante mucho tiempo se contemplaron muy cuidadosamente y
fueron conociendo de a poco sus costumbres. Hasta que llegó el día: un niño
llamado Munay estaba en río, cuando de pronto vio una gigantesca serpiente que
lo observaba desde una roca; Munay estaba paralizado del terror, y como los perros
desde tiempos inmemoriales pueden leer la energía de los humanos, por tanto y
tanto observarlos, supo que algo andaba mal. Así que cauteloso se acercó a
Munay y con su colita muy quieta se detuvo entre la serpiente y el niño,
mientras el pequeño corría hacia la aldea.
Cuando Munay llegó a la aldea, agotado de tanto correr,
explicó a sus padres lo sucedido, y estos corrieron al río para saber la suerte
del valiente animal, lo hallaron lastimado, con su colita casi inmóvil y su
pancita hacia arriba, pero aún con vida. En gratitud, los humanos llevaron al perro
a la aldea y cuidaron de él por días, y cuando estuvo mejor este se despidió moviendo
alegremente su cola.

Así que, si tu perrito al acariciarlo se lanza pancita
arriba, no pienses que es un acto de flojera, ¡no! Es una firma de un pacto
eterno de amistad.
¡Y colorín colorado este cuento se ha terminado, y si no
levantas el dedito significa que a un perrito nunca has amado!
Precioso cuento. Felicitaciones.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, ¡te invito a seguir el blog!
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